Hay miradas de pájaro, o de drone, que, desde lo alto, reordenan, administran e, incluso, dejan caer racimos de bombas. Planos, objetivos, indicadores, tendencias, beneficios y riesgos.
Las hormigas, desde abajo, juntamos piedritas, movemos sillas y encajonamos muebles dentro de coches o carritos de un destino al siguiente. Reorganizamos el salón y miramos por la ventana de nuestra celdilla, ahora abejas, al resto de luces de la gran ciudad que se nos come. Tozudas, colocamos nuestras cosas creando hogares en lo más ajeno, llamando «casa» a esa habitación, a ese sofá, a ese hotel, a esa «propiedad arrendada».
En este espacio de especulación y desesperanza que son las páginas web para encontrar piso, inserté, como anuncios falsos, pequeños dibujos y citas, huellas de una vida horizontal bajo una mirada vertical.
Aquí y allá, uno o dos banquillos, un sofá, una cama, o alguna enorme silla labrada reposaban sobre el desnudo piso, como islotes que atestiguaran la presencia del hombre en otros tiempos